Por Matías Candoli (@mcandoli).
En 1974, los albicelestes se enfrentaban a la Holanda de Johan Cruyff en Alemania. Y fue baile de la Naranja Mecánica, como llamaban al equipo europeo sensación de esa competencia que quedó en la historia.
El mismo Cruyff abrió el marcador a los 10 del segundo tiempo definiendo con frialdad ante la salidad de Carnevali. 15 minutos después, Ruud Krol marcó el 2-0 con un disparo desde afuera del área.
Los dos goles que faltaban llegaron en el complemento por intermedio de Johny Rep a los 18 y, otra vez Cruyff, cerró la cuenta en el cierre del partido.
Más acá en el tiempo, en Francia ‘98, Argentina cerraba su participación en su grupo con una victoria ante Croacia por 1-0. El único tanto del equipo que dirigía Daniel Passarella lo marcó Mauricio Pineda a los 36 del inicio.
Con ese triunfo, la Selección ganaba su grupo con puntaje ideal. Luego quedaría eliminada, en octavos de final, contra Holanda.
El último recuerdo es bien cercano. En Rusia 2018, Argentina tuvo su máxima alegría en el triunfo que le daría la agónica clasificación ante Nigeria. Fue 2-1 y, como en todo ese Mundial, fue con sufrimiento.
A los 14, Lionel Messi marcó el primero con una definición exquisita que invitaba a soñar con un partido más tranquilo para la Selección dirigida por Jorge Sampaoli.
El empate llegó a los seis minutos del complemento con un penal convertido por Víctor Moses que dejaba una incógnita en el resultado y en la clasificación.
El desahogo final llegó con el golazo de Marcos Rojo, a cuatro minutos del final que hizo delirar a los millones de argentinos.
