Por Ricky Vázquez
El fútbol de Córdoba atraviesa un gran momento deportivo, pero principalmente basado en las decisiones de los dirigentes en el último tiempo. Y la mejor y más destacable decisión quizás en el último tiempo es en el mundo Talleres volver a darle vida a la mítica Boutique de Barrio Jardín.
Los estadios son de cemento, pero estoy seguro de que por algún lado respiran, laten y viven. Ver al estadio en silencio durante tanto tiempo es como ver a alguien dormir inexplicablemente.
Las canchas probablemente respiren por su campo de juego, pero laten por su gente en las tribunas. No alcanza con usarlo para entrenar, necesita que los hinchas salten sobre sus escalones, quieren escuchar aturdidos los gritos de su gente y ni hablar de tener camisetas de equipos visitantes en el campo de juego.
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Los estadios son patrimonio histórico de los clubes. Los chicos que pasaron todos estos últimos años y habrán preguntado: “¿Ahí jugaba Talleres papi?” Y como explicarlo. La mejor forma fue a través de darle vida otra vez gracias a la decisión institucional. Quizás los hinchas que vieron partidos inolvidables en esas mismas tribunas hoy van con sus hijos y con seguridad a más de uno los recuerdos le deben dar nostalgia que se corre en lágrimas.
Hoy cuando pasas por la Avenida Ricchieri y miras al estadio, lo ves sonreír. Alguno me dirá que estoy loco, pero pasa despacio, mírala bien y decime si la Boutique no sonríe.
