Los procesos de rendimientos de los jugadores muchas veces tienen un factor emocional que es invisible. Como cualquier persona tienen días buenos o malos en sus trabajos por miles de circunstancias que van mucho más allá de un grito desde la tribuna reclamándoles “pecho frio, corré”. En este caso el factor más importante y que seguramente les cambiará la vida para siempre, no sólo a Messi, está relacionado al logro obtenido en Qatar.
La Scaloneta tiene muchos jugadores jóvenes, es la nueva tendencia mundial, y salvo aquellos que lucharon por ser campeones en varios mundiales a la gran mayoría les espera por delante una carrera apasionantemente descontracturada, ya tocaron el cielo con las manos, ya consiguieron lo que casi Messi se queda con las ganas. Probablemente, siempre con perfil bajo, tengan la posibilidad de jugar relajados y sin presión.
Es ahora cuando le rindieron honores en sus retornos a los clubes que se entiende la trascendencia de que la vida les cambio para siempre. Lautaro Martínez volvió al gol con su inter de siempre, Alexis Mac Allister también festejó con el Brighton y finalmente el gran Julián Álvarez volvió a marcar con la camiseta del Manchester City. ¿Cual es el techo de nuestros jugadores? Nadie lo sabe pero en estos próximos cuatro años seguramente deberemos seguir con el mensaje de Scaloni de no creerse más que nadie porque potencialmente para adentro se sabrá que tenemos Scaloneta para rato.
El foco de no subestimar y equivocar el camino en cierto aspecto le paso a la mayoría de los campeones del mundo que en los últimos mundiales se fueron en primera ronda al mundial siguiente, salvo este Francia que será rival seguro nuevamente en cuatro años y que fue finalista con lesiones tan importantes como las de Pogba, Kante y Benzema. Disfrutemos, que la rompen en sus clubes porque esto continua.
