Desde pequeño contrajo polio y eso lo obligó a movilizarse con muletas. A medida que fue creciendo tuvo que afrontar diferentes desafíos sociales y consolidarse como deportista. En su historial de proezas encontramos que corrió la maratón de Nueva York, participaciones en competencias IRONMAN, ascender al Khardung La en bicicleta, cruzar los Andes a caballo y ser el abanderado argentino en los Juegos de Vancouver 2010. En un documental de Juan José Campanella, llamado “El limite infinito”, cuenta estos sucesos.
En cuanto a su entrenamiento para viajar al espacio contó: “Pasaron 50 años para pararme y 9 años más para poder saltar. No pierdas la paciencia, todo llega tarde o temprano. Las personas con discapacidad pueden ser deportistas, estudiantes, artistas, obtener títulos, tener carrera, romper el estereotipo, soñar en grande. Hacer cualquier cosa: incluso flotar“.
En Estados Unidos comenzó la hazaña. Se subió a un simulador de vuelos ubicados en el National Aerospace Training and Research (NASTAR) Center, perteneciente a la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA).
En algunas de sus pruebas, tuvo que soportar una fuerza que comprimió su pecho y otra que mermó la circulación de sangre en su cerebro, para simular el efecto del espacio exterior.
El deportista ya lleva más de doce meses entrenando. Completó los rusitos médicos, voló en un Jet L-39 a 18 mil pies de altura, entrenó la fuerza G (se basa en la aceleración que produciría la gravedad de la Tierra en cualquier objeto) y finalizó con la gravedad cero.