La fascinación argentina por destrozar

Mascherano es maltratado por el rendimiento del sub-20 en el sudamericano.

Por Ricky Vazquez

Da la sensación que no aprendemos más en nuestro país. De la idolatría al odio hay mucho menos que un paso. Javier Mascherano es un símbolo de la selección argentina al punto de recordarles a los no memoriosos que debutó antes en la selección que en su propio equipo.

En su rol de jugador quedará formando parte de los grandes símbolos de la celeste y blanca que por esas cosas de la vida no la pudo coronar con un título del mundo.

El ex dueño de la camiseta número cinco de nuestra selección, dos veces campeón olímpico, en tres finales de américa y más de 12 años jugando en el mejor nivel de los clubes de Europa fue tan amado por los argentinos que cuando se hablaba, como pasa cada tanto en nuestro país, el que se vayan todos, había un asterisco entre paréntesis que decía: Menos Mascherano.

Siempre es fácil buscar otro camino en la vida que el de estar expuesto a ser criticado por miles de personas que en sus vidas difícilmente hayan conseguido apenas algo de lo que cosechó durante su carrera. Se puede opinar con fundamentos y disidencia, pero nunca desde el agravio.

El ejemplo más concreto fue lo que generó Messi durante tantos años hasta donde por fin al final de su carrera logró “calmar” al pueblo en su contra. Al ser tan grande el diez generó que no se podía decir ni cuando jugaba mal porque eso significaba estar en contra, nunca era culpa de él y todo fue intolerante durante muchos años.

Pero como decíamos en el arranque de esta opinión: No aprendemos más. Mascherano decidió seguir vinculado a la selección Argentina porque entiende el predio de AFA quizás más importante que su propia casa. Y si algo tuvo de bueno la gestión de Tapia fue abrirles las puertas a todos los jugadores de la selección.

Todos los que con sólo su experiencia con la camiseta dentro de la cancha pueden enseñarles a los más chicos. El ejemplo más claro y que será para toda la vida es Scaloni, quien sin casi experiencia comenzó un ciclo siendo criticado por su elección y terminó como campeón del mundo en Qatar. Y no fue solo Scaloni, también fueron Aimar, Samuel y Ayala, ninguno con experiencias relevantes en equipos siquiera de clubes, pero con una experiencia en la selección que evidentemente les sobró para entender todo.

Tampoco es que todo jugador que haya pasado varios años por la selección deberá ponerse en algún momento el buzo de entrenador y así no tenga experiencia será exitoso. Sin embargo, siempre se debe respetar los honores de haber sido elegido durante tanto tiempo como, en este caso, “el jefecito” de la selección argentina. Y siempre por delante de todo la celeste y blanca.

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