Ginóbili y el recuerdo de la “palomita”

Han pasado 16 años de ese 15 de agosto de los Juegos Olímpicos de Atenas, Grecia, cuando Argentina sobre el cierre del partido se quedó con un triunfo más que importante por 83-82 frente a Serbia y Montenegro.

Dicho juego era el debut del básquetbol masculino ante esta selección, que fue el rival de la final del Mundial de Indianapolis 2002, donde la Argentina fue subcampeón, en una recordada actuación que le valió sacar del torneo al Dream Team de Estados Unidos y una definición con polémicas por fallos arbitrales.

Fue un partido vibrante, cargado de enorme tensión. Para la Argentina, además del sentido de revancha, se trataba de un debut de gran valor en lo deportivo y lo anímico.

Más allá de no haber jugado un gran partido la albiceleste, el desenlace final fue lo que se llevó todas las miradas.

Con el score 81-81, Serbia y Montenegro dispuso de un par de lanzamientos libres. Embocó sólo uno Dejan Tomasevic y quedó arriba por 82-81, a falta de 3s8/10.

Los dirigidos en ese entonces por Rubén Magnano, les quedaba una jugada y debían aprovecharla sino perdían.

Sacó desde el fondo el Chapu Andrés Nocioni y el Puma Alejandro Montecchia avanzó por la izquierda. Se frenó, dio un giro y en vez de lanzar al aro, apremiado por el reloj, buscó a Manu Ginóbili cortado por la derecha. No había margen para mirar el reloj. El fantasma de la campana percutía en las cabezas de los jugadores. Ginóbili recibió y casi perdiendo la estabilidad, ejecutó el tiro. ¡Tablero y adentro! Y campana final. Victoria por 83-82. Manu en el piso y la marea humana sobre su cuerpo. Magnano corriendo alrededor de la cancha, en un festejo interminable.

Ese triunfo seguramente marcó un antes y un después en la Generación Dorada, quienes se quedaron con la Medalla Dorada tras ganarle en la final a Italia.

 

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