No hay registros de ver cuatro millones de personas en las calles celebrando un logro y probablemente marque un antes y después en las manifestaciones popular porque nada será comparable. Argentina vive sufriendo mil problemas pero el futbol le brinda esas alegrías que sólo el fútbol es capaz de generar. Ver las autopistas llenas de personas como hormigas ni siquiera el mejor director de ficciones de Hollywood podría haber imaginado.
En Córdoba esperamos por la caravana mañana de Julián Álvarez en Calchín y en saber si Paulo Dybala irá a Laguna Larga, Nahuel Molina a Embalse y si Cuti Romero vendrá a la ciudad. Los jugadores saben mejor que nadie lo que significan para tanta gente que los tienen como ídolos y sólo ellos saben que quieren devolverle eso aunque sea con un paso fugaz arriba de un micro descapotable junto a una sonrisa.
En 1986, después del título conseguido en México, había en Argentina 30 millones de habitantes y los más de 47 millones que habitan hoy nuestro país hacen imposible las comparaciones. Los últimos 10 años prácticamente Argentina ha vivido en crisis y con una inflación insoportable que le llegó a más del 80% de la población, en 1986 fue después de la guerra de Malvinas y en 1978 durante una dictadura militar. Cada estrella en un contexto difícil para el país pero con la gratificación que once personas en una cancha son capaces de alegrar a todo un país.
