La fama llegó a su vida temprano. Su salto en el ATP Tour sí se tardó mucho más, casi unos seis años después. Esa paradoja, no tan común en el mundo del tenis, un deporte en el que la fama aparece como consecuencia de brillar en la gira, le ha permitido a Facundo Díaz Acosta sobrellevar todo el reconocimiento que ha recibido desde que ganó inesperadamente el ATP 250 de Buenos Aires el mes pasado.
Desde entonces muchas cosas han cambiado: desde más seguidores en redes hasta el privilegio de poder participar en torneos más grandes, como el Miami Open presented by Itaú que marcará su primer cuadro principal en un ATP Masters 1000. “Son todas cosas nuevas, torneos nuevos, experiencias nuevas, pero trato de disfrutar, de vivir todo con ilusión y ganas”, explica el actual No. 55 del PIF ATP Rankings.
Y pensar que hace un año celebraba romper su récord personal en el escalafón al irrumpir en el Top 170. Doce meses después, se ha ganado el derecho a pertenecer a una élite bastante exclusiva y a vivir sus consecuencias: más personas lo distinguen, se le acercan, lo siguen en redes, le hablan de alianzas, lo buscan para entrevistas como esta que ha concedido para ATPTour.com, depositan más expectativas sobre sus hombros…
Para muchos puede ser abrumador. No es el caso de Díaz Acosta. “En 2018 en los Juegos Olímpicos de la Juventud tuve un ‘boom’ [ganó la medalla de oro]. Se habló mucho de mí y creo que me costó acostumbrarme. De una semana a otra todo cambió. Que se me acercara más gente y sponsors me generó presión. De repente me iba mal una semana y abría mi Instagram y me estaban insultando. Cosas así cuestan al principio”, explica Díaz Acosta.
“Aprendí un montón de todo eso”, continúa el jugador entrenado por su compatriota Mariano Monachesi. “Ahora todo lo tomo de otra manera. Pasaron cinco, seis años desde eso, y ahora trato de disfrutar. Eso me hace ir más liviano”.
La exposición ha vuelto con fuerza. Consecuencias normales de ganar un ATP 250 cuando antes de disputarlo solo contaba con cuatro partidos ganados en cuadros principales del tour. En el mismo evento, debutó en unas semifinales del circuito. Su misión ahora es seguir siendo el mismo de antes, y seguir con los pies bien plantados.
“Soy un chico normal de 23 años. A veces salgo en televisión y en redes sociales, y tengo la suerte de que a veces me conozcan por ahí. Pero no más. Trato de llevarlo lo más normal posible porque al final terminás tu carrera y mañana no sos nadie. Por eso trato de seguir siendo un chico normal”.
Esa es su meta fuera de pista. Dentro de esta, su siguiente es debutar con triunfo en un Masters 1000 y convertirse en rival de Jiri Lehecka. ¿El obstáculo para conseguirlo? El australiano Alexei Popyrin, su contrincante de este jueves. La presión de respaldar lo que ha hecho en la gira sudamericana no existe. Experiencias del pasado lo han hecho pensar distinto.
Fuente: ATPTour.com
